El primer elemento identificado en el aloe fue la
Aloína en 1851, y
se utilizó como laxante (contenido cerca de la corteza de la planta).
En un artículo aparecido en 1939 publicado en la revista de la
Asociación Farmacéutica Americana titulado "Un estudio fotoquímico de la
hoja de Aloe Vera", firmado por los doctores Tom D. Rowe y Lloyd M.
Park, se informaba de la existencia de unas enzimas, vitaminas y
minerales sumamente activos en la corteza de la planta, y también en la
pulpa. Estas enzimas a las cuales se referían son la oxidasa y catalasa;
las vitaminas caroteno y beta-caroteno; también encontraron azufre y
fenoles. En la pulpa hallaron amilasa, oxidasa y oxalato cálcico.
Estudios posteriores descubrieron la existencia de antraquinonas (con
cualidades antibióticas) la barbaloína, isobarbaloína y antranoles.
Las investigaciones cambiaron de rumbo cuando en 1951, se descubrió
la presencia de polisacáridos y su efecto estimulante sobre el
crecimiento de los tejidos. Paralelamente, proseguía la investigación
para la identificación de otros elementos activos, encontrándose
minerales como Ca, Cr, Na, K, Mg, Mn.
Fue sumamente
importante encontrar 18 de los 22 aminoácidos presentes en el cuerpo
humano, y se identificaron además otras vitaminas (aparte del caroteno y
β-caroteno) como la Tiamina, la Niacinamida,
Riboflabina, Piridoxina y la Colina.