Historia
y leyenda se confunden en torno a la figura del aloe a lo largo de los
siglos. Conocida como "la planta de la inmortalidad" en el antiguo
Egipto, solía utilizarse en los ritos de enterramiento y en el proceso
de embalsamamiento de los faraones. Se han encontrado representaciones
pictóricas de esta planta en sepulcros y monumentos funerarios de los
faraones. También es mencionada en el famoso "Papiro deEbers", conocido también como el "Libro egipcio de los
remedios"
Se la ha llamado también
"la planta bíblica" por las numerosas ocasiones que aparece mencionada
tanto en el antiguo como en el nuevo testamento, donde, entre otras
cosas, se relata cómo Nicodemo utilizó una mezcla de aloe y mirra para
embalsamar el cuerpo de Jesús.
Al dios Bàal-Zebut se le representaba con una
planta de aloe en las manos como símbolo de la inmortalidad, de su poder
regenerador de la vida.
Los egipcios parecen haber tenido una
percepción casi mística del aloe, pues la planta servía de regalo en las
ceremonias funerarias como símbolo de renovación de la vida. También acompañaba
al faraón hasta su lugar de reposo final y parece ser que se plantaba alrededor
de las pirámides para señalar el camino de los faraones hacia la Tierra de
los Muertos y alimentarlos durante su viaje.
En la India, la denominaron la "curadora
silenciosa". Creían que el aloe crecía en los jardines del Edén. En el
libro indio llamado "Ayurveda" (considerado aún hoy como
el libro que recoge la ciencia de la vida o de la salud, y que se fecha
en torno a los 5000 años atrás) el aloe es considerada una planta una
excelentes efectos curativos.
La
civilización maya la consideraba una planta sagrada, hasta el punto de
que aún hoy se utiliza el aloe en muchos hogares y comercios mejicanos como
símbolo de buena suerte.
En ciertos poblados indígenas
de África está envuelta en una cierta aureola de espiritualidad y así fue como,
en Etiopía y Somalia, el pueblo "galla" solía plantar aloe alrededor de las
tumbas con el convencimiento de que, cuando las plantas florecían, anunciaban
así la entrada en el paraíso de la persona que les había dejado.
El
aloe aparece
mencionado en el "Libro de las Hierbas Medicinales" chino,
considerado como una de las dos primeras obras escritas en la historia
de la literatura (junto al 'Libro de los cambios', también de origen
chino). Se cree que su redacción requirió mas de dos siglos de trabajo y
la colaboración de más de dos mil especialistas, entre escribas y
médicos. El aloe aparece en ocho de los diez volúmenes que componen la
obra, donde se recomienda su aplicación externa para todo tipo de
lesiones o dolencias (quemaduras o como simple protector contra el sol,
dermatitis, picaduras y mordeduras de insectos, inflamaciones e
irritaciones por el contacto con hierbas venenosas, luxaciones,
esguinces, pérdida de cabello, etc...).
También se recomendaba su uso
interno como laxante, tónico, reconstituyente, en problemas digestivos,
renales y hepáticos, o como regulador del ritmo cardiaco, entre otras
aplicaciones.
Las primeras referencias
sobre el aloe se remontan a fechas milenarias al haberse encontrado su
imagen en pinturas rupestres, tallas, frisos y dibujos en lugares tremendamente
distanciados entre si, como la Península Arábiga, África, China, la India, Nueva
Guinea, Palestina y las Islas Británicas.
Fueron los
árabes los que comenzaron a comercializar la planta. Se cree que
el nombre de la planta tal como la conocemos hoy es de origen
árabe y hace mención a su sabor amargo (aloe, alloeh,
significa "amargo" en árabe).
Posteriormente, los
mercaderes fenicios se encargarían de extender el empleo de
la planta por todo el imperio grecorromano y algunos países
asiáticos.
Cuenta la leyenda que, en cierta ocasión,
Alejandro Magno fue herido por una flecha mientras avanzaba con su ejército por
el desierto de Libia, y sólo un sacerdote enviado por su maestro Aristóteles
pudo salvarle tras limpiarle y tratarle la herida con un aceite de aloe
procedente de Socotra. Dicen que éste fue el motivo por el que Alejandro Magno
quiso conquistar la isla, con la única finalidad de asegurarse provisión
permanente de planta de aloe (Socotra era conocida por su abundante cultivo de
aloe).
Fuentes:
"El poder
curativo del Aloe Vera". Robert Dehin. Ediciones Robinbook, s.l.
"Aloe vera: la planta de las mil
caras (y todas buenas)". Mariè Morales López. Tikal Ediciones.